La crónica de la vendimia 2018 en Recaredo
La cosecha 2018 supone el retorno de la ilusión. Después de unas cuantas añadas marcadas por la sequía, dejamos de mirar al cielo a la espera de la ansiada lluvia y disfrutamos como nunca de las gotas cayendo sobre la tierra.
Nuestras viñas registran 781 mm de agua durante la campaña vitivinícola, una cifra notablemente superior a la media histórica en Sant Sadurní d’Anoia (527 mm).
Superación de retos. La lluvia primaveral hace que los trabajos de viticultura se conviertan en un reto apasionante. La tierra nos pide esfuerzos precisos, rigurosos y metódicos para evitar incidencias con hongos como el mildiu, que puede perjudicar a la planta en períodos de pluviometría elevada. Gracias a la observación continua del equipo de viticultura, no sufrimos afectaciones significativas y las cepas nos dan una lección de adaptación, ofreciendo lo mejor de ellas mismas.
La fitoterapia –uso de plantas para la prevención o curación de otras plantas– resulta especialmente beneficiosa, sobre todo los tratamientos que se realizan a partir de infusiones de ortiga y decocciones de cola de caballo. Estas aplicaciones de origen vegetal protegen la cepa y ayudan a mantener unos niveles de cobre bajos para combatir los hongos. Como siempre, nuestros viñedos se cultivan bajo una mínima intervención y siguiendo las pautas de la agricultura biodinámica, un paso más allá de la ecología.
Uva de gran pureza. La vendimia empieza el 20 de agosto y se prolonga hasta el 29 de septiembre, con una rigurosa selección manual de la uva. Se trata de una vendimia salpicada por las lluvias de agosto y con temperaturas moderadas que ralentizan la maduración de la uva. Por suerte, la naturaleza se muestra benévola y no padecemos intensas olas de calor como en años anteriores, hecho que nos permite finalizar la vendimia de los viñedos de altura satisfechos de las decisiones tomadas y con un fruto de gran pureza y en muy buen estado sanitario.
El mosto de esta cosecha expresa una personalidad llena de energía, con una acidez fresca y una gran potencia aromática. En definitiva, reafirmamos nuestra convicción de que los grandes vinos no se elaboran, se cultivan.